60% de las personas que viven en ciudades de países en vías de desarrollo han sido víctimas de la delincuencia por lo menos una vez en los últimos cinco años. La urbanización ha sido acompañada por un aumento en los niveles de delincuencia, violencia y desorden, convirtiendo a Latinoamérica en la región más afectada por la criminalidad en el mundo.
28 de noviembre, 2018
Foto: En muchas ciudades, los zapatos colgados en cables funcionan como una señal para delimitar el territorio por grupos que controlan el espacio público con graffitis, venta de drogas y asaltos a transeuntes.
La creciente violencia y la sensación de inseguridad que enfrentan diariamente las personas que viven en ciudades es uno de los principales desafíos en el mundo. En algunos países, la delincuencia y la violencia han aumentado por la proliferación de armas, el abuso de sustancias y el desempleo juvenil.
Mujeres y jóvenes son los grupos más afectados por la violencia. Si se analiza en relación al género, existe una tendencia clara: las víctimas de homicidios en América Latina son fundamentalmente masculinas, ya que el número de hombres asesinados es cerca de 10 veces superior al de mujeres víctimas de homicidio. A su vez, para las mujeres, el riesgo de ser heridas se asocia a la violencia sexual. Respecto de los jóvenes, es el grupo donde se concentra el mayor número de víctimas de homicidio, constituyéndose los jóvenes en los principales victimarios y a la vez víctimas de la violencia.
La violencia y la criminalidad en la región son esencialmente fenómenos urbanos.
Las grandes ciudades muestran tasas más elevadas de criminalidad que las áreas rurales. Se sostiene, sin embargo, que esto podría deberse a un problema de escasa capacidad de registro e infraestructura policial/judicial en áreas con menor desarrollo urbano.
Igualmente existe una correlación entre concentración de población, violencia y delito. Las ciudades con mayor densidad de población muestran altos índices de criminalidad violenta (homicidios, lesiones, violación), aunque el predominio de la población urbana y el incremento en el número de ciudades no son causales o factores del incremento de la violencia.
Los países con mayor índice de desarrollo humano (IDH) tienden a mostrar menores tasas de homicidio
La relación entre distribución socioeconómica y criminalidad violenta es fuerte y las ciudades latinoamericanas se encuentran entre las más desiguales, algunas de ellas encabezando la lista a nivel mundial. A pesar de que se ha tenido un mejoramiento general de la distribución socioeconómica, las inequidades urbanas se han incrementado y endurecido en la última década. Como consecuencia de esta situación, en ciudades altamente desiguales y con problemas de pobreza endémica, se crean conflictividades y fracturas urbanas, tensión política e inseguridad.
En la relación entre distribución socioeconómica y criminalidad violenta, la pobreza no tiene un signo claro. Pero no todos los pobres son violentos, como tampoco todas las personas violentas son pobres. No es la pobreza únicamente lo que determina que una ciudad sea más o menos violenta. Sin embargo, las condiciones de pobreza y de exclusión social hacen posible el desarrollo de formas de violencia o de identidades -individuales o grupales- con fuertes dosis de violencia en sus conductas sociales, afectando de manera distinta a un grupo u otro.
Cómo reducir el crimen a través del diseño urbano
El diseño urbano puede reducir la delincuencia y juega un papel importante en la prevención del crimen.
El uso de la planificación urbana para reducir la desigualdad y la marginalidad con intervenciones a nivel de calle en los asentamientos informales, son algunas de las iniciativas más importantes en la prevención de la inseguridad.
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